martes, 22 de mayo de 2018

Y ¡zasss!


Tal como te lo cuento. El otro día iba por una carretera nacional (nunca entenderé como una carretera puede ser no nacional, pero esa es otra historia), llegué a un tramo limitado a 80 km/hora, no me percaté y lo pasé a 115. Y ¡zasssss! ¡Flashazo! Multaca que me comí. 300 euros y 2 puntos menos de carnet.

Y tú pensarás: "se lo merecía, que hubiera respetado las normas". Pues no te voy a llevar la contraria, tienes razón. Pero es que esta historia tan sólo acababa de empezar.

Total, que tras el sermón de la guardia civil proseguí con mi camino. La verdad que llevaba algo de prisa porque iba al trabajo con el tiempo justo. Tras comerme el atasco de turno, llegando al polígono industrial donde trabajo hay un semáforo que sirve exclusivamente para que crucen los peatones tras haber pulsado el botoncito pertinente. En la vida he visto ese semáforo en rojo para los coches ya que por esa zona normalmente no hay ni un alma. El caso es que estaba en rojo y no había ningún peatón esperando. Tras esperar dos largos minutos, viendo que iba a picar tarde en el trabajo y que no había vida inteligente a menos de un kilómetro a la redonda, decidí saltarme el semáforo. Pero ¿cual fue mi sorpresa al pasar? Efectivamente: ¡zasssss! ¡Flashazo! Multaca que me comí. 200 euros y 4 puntos menos de carnet.

No entiendo como podían haber colocado una cámara en un semáforo que se pone en rojo una vez cada 3 años bisiestos aproximadamente. Pero lo que menos entiendo es que saliera justo después, de la esquina más cercana, un coche de la guardia civil para poder darme la noticia de cuanto me costaría la broma. Para colmo ¡era el mismo coche que me acababa de parar!

Total, que llegué tardísimo al trabajo. Por suerte cuando le conté mi historia al jefe fue comprensivo, pero en el fondo pienso que no se creyó la parte de la segunda multa.

Compensé los minutos que llegué tarde retrasando mi salida. Agotado, de vuelta en el coche, conecté un pendrive con música para animarme tras el fatídico día. Al comenzar la marcha, le di al play para que se reprodujera "Happy" y así subirme algo la moral cuando... ¡zasssss! ¡Flashazo! Y apareció de otra esquina el mismo coche de la guardia civil. Yo no me lo podía creer. No entendía nada, ni siquiera de donde provenía el flash por más que miraba a mi alrededor.

Se acercó a la ventanilla el mismo guardia civil que ya me había multado dos veces por la mañana, pero esta vez venía acompañado por un hombre que venía vestido de paisano.

Muy buenas tardes, ¿otra vez usted? Parece que no escarmienta, me imagino que sabrá por qué le paramos, ¿no? -me dijo el agente.

Pues la verdad que no, señor agente. contesté incrédulo.

‎Bueno, pues que sepa que tiene que abonar una nueva multa de 400 euros. El motivo de la multa se lo va a explicar mi compañero.

El agente se retiró, se acercó a la ventanilla su acompañante y cuando se agachó pude reconocer su rostro. ¡Era Ramoncín!

Buenas tardes, hemos detectado que usted estaba escuchando música obtenida de forma ilegal. Me dijo Ramoncín.

Pero, pero... Este... Es una copia de seguridad del cd original que tengo en mi casa. -Dije yo para salir al paso. A continuación me quedé callado. Y se hubiera hecho el silencio si no fuera por...

Because I'm happy. Clap along if you feel like a room without a roof cantaba el bueno de Pharrel Williams desde los altavoces del coche.

‎Mire, no se ridiculice de esta forma. Nuestros dispositivos de detección de música ilegal son capaces de conocer la fuente con tan solo capturar unos segundos afirmó Ramoncín, mientras sacaba de su bolsillo un dispositivo con aspecto de micrófono del Singstar pero con una pequeña pantalla LCD integrada. Mire, lo enciendo y en unos segundos me dirá la fuente de donde procede ese fichero MP3... A ver... Ya aparece aquí... Aquí indica claramente que este fichero proviene de la página web www.mp3gratissoloparamachotones.com.

Pero, pero... Tú ya no tenías nada que ver con la SGAE ¿no?

Shhh, ni lo menciones. Sigo perteneciendo pero he pasado a otro departamento. Ahora pertenezco a "la secreta" Me dijo mientras se sacaba de otro bolsillo y me mostraba una placa de la SGAE.
Al final cedí y pague cada euro que me pidieron. Sólo tenia ganas de llorar.

Llegué a casa y me tumbé en el sillón. A los pocos segundos sonó mi móvil. Era mi hermano pidiendome ayuda con su mudanza. Era lo último que me apetecía pero me sentía en compromiso... Así que decidí decirle que me molestaba la espalda, total era una mentirijilla que me iba a librar y nadie se iba a enterar. Y tal como se lo dije ¡zasssss! ¡Flashazo!

Deslumbrado por el flash fui cabizbajo a abrir al guardia que acababa de tocar el timbre.

2 comentarios:

  1. Pobre hombre, me pregunto si le dejarían respirar. Qué fuerte, da que pensar. Muy bien narrado, realista. Un abrazo

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  2. ☺️ Da penica, sí ��. Muchas gracias por el comentario ☺️��

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